cerdollorando

¿PROTEGES AL PERRO Y TE COMES AL POLLO? ¿CÓMO DECIDES QUIEN MERECE TU COMPASIÓN?

July 01, 20252 min read

Hablemos del especismo.

El especismo es una forma silenciosa de discriminación: juzga y margina a seres por no pertenecer a una especie determinada. Es como el racismo, pero entre especies. ¿Por qué amamos a los perros y somos insensibles al cerdo en el plato? ¿Por qué protegemos a los gatos y despreciamos a la vaca?

No es biología. No es justicia. Es costumbre.

Entre caricias y cuchillos

Todos los animales —sin importar su tamaño o la forma de su hocico— tienen sistema nervioso, sienten placer, dolor, miedo y alegría. Protegen a sus crías con una entrega que conmueve. ¿O no lloraste con Dumbo o Bambi? Si lo dudan, intenten arrebatarle su cría a una madre elefante y verán cómo defiende lo que ama.

Y sin embargo, la ley es selectiva. Castiga con severidad a quien maltrata un perro, pero permite sin pestañear el encierro, mutilación y asesinato diario de vacas, pollos y peces. El lugar de un animal en la cadena de afecto o en la cadena alimenticia parece depender más del antojo humano que de su capacidad de sentir.

¿Y si el cerdito fuera tu amigo?

Conocí a un hombre que paseaba a su cerdo con correa como quien lleva a su perro. Lo adoptó de un santuario, y contaba orgulloso que el cerdito aprendió a sumar. Nos reíamos, sí, pero también nos hacía pensar: si un cerdo puede ser compañero, ¿por qué lo seguimos viendo como comida?

Una pregunta para el alma

¿Crees que tu mascota tiene alma? ¿Y entonces… la gallina no? ¿El delfín tampoco? La espiritualidad no debería tener favoritos, ¿o piensas que por no ser tú el que empuña el cuchillo no tienes nada que ver con el sacrificio del animal? Pero el dicho dice: “tanto peca el que mata a la vaca, como el que le pisa la pata”. Hay una película que te invito a ver: Christspiracy. Ahí hacen una pregunta que me quedó retumbando: ¿Cómo mataría Jesús a un animal? Nadie pudo contestar.

Ser veterinario y comer animales también suena contradictorio, ¿no?

Un planeta que grita

Más allá del dolor animal, la industria cárnica devasta bosques, mares, tierras y cuerpos humanos. Contamina, enferma, empobrece. Genera pandemias. Alimenta una maquinaria que sacrifica vidas y planeta al mismo tiempo, todo por mantener el precio bajo y la nevera llena.

Y entonces, ¿qué podemos hacer?

No te pido que te vuelvas vegano mañana. Te invito a mirar. A sentir. A cuestionarte. A ver documentales como Dominion o Cowspiracy. A escuchar el llanto silenciado de millones que no pueden defenderse.

La solución no está solo en los gobiernos. Está en nuestros platos. Está en lo que decidimos ignorar… o transformar.



Back to Blog